Cipreses esbeltos vigilan
en mi cementerio provenciano,
vigilan a mis seres queridos
vigilan a mis paisanos.
Guardias de la muerte sois
los vivos también os visitan,
mil gracias os di y os doy
si las almas resucitan.
Con lágrimas de pena os riegan
ante una triste despedida,
aunque a veces os condenan
no es esa la mejor medida.
Cuando mis ojos se cierren
y mi corazón se pare
le pido a mi Dios del cielo
a él, sí, a él le ruego
que a vuestro lado descanse.
Espero que tarde tiempo
en llegarme yo a morir
y que sintáis lo que yo siento
cuando este poema escribí.
Ricardo Martínez Moreno de El Provencio
(Cuenca)
Sada (A Coruña) 4 de octubre de 2013